PULSO
Eduardo Meraz
En sus locos afanes de no sentirse igual a otros, apelando a la pureza ideológica, moral y de sangre, como si fueran los primeros, los únicos y todo, el cuatroteísmo se niega a reconocer ser producto transformado genéticamente desde hace poco más de 100 años y quiere vender como nuevos, conceptos y preceptos provenientes, algunos, desde el medioevo.
La gobernanza monárquica y absolutista pretendida por el presidente totalmente Palacio virreinal, el cuatroteísmo le llama “democracia verdadera”, cuando en realidad se trata de una modificación -más bien debería llamarse regresión- transgénica de la época de la “dictadura perfecta” del PRI.
Los morenistas son, en el fondo, expresión nítida de la supuesta modificación genética de los priistas. Más del 90 por ciento de la clase gobernante se formó y abrevó en los usos y costumbres del Revolucionario Institucional, poniendo especial énfasis en aquellas prácticas poco apegadas a la legalidad o apartadas de las buenas costumbres políticas.
El ejemplo más acabado de esta degradación en la gobernanza son los planes B a los cuales recurre el mandatario sin nombre y sin palabra, con tal de imponer su caprichosa voluntad, al igual que en la época medieval, cuando los reyes no sólo aseguraban tener sangre azul, sino sus actos estaban inspirados en deseos divinos y les bastaba emitir edictos a diestra y siniestra.
Y como si formaran parte de la nobleza, diputados y senadores de Morena y partidos aliados, actúan con tal grado de subordinación que son incapaces de modificar una coma a las iniciativas presidenciales. Así el cambio genético de tricolor a guinda estaría siendo dañino para la salud democrática de México.
El hongo del autoritarismo no sólo se ha instalado en la administración pública federal, sino se extiende por todos lados, cual plaga maligna que asfixia y puede echar a perder el cultivo democrático del país, como ocurre en varias naciones latinoamericanas con las cuales el cuatroteísmo se siente identificado.
En poco más de cuatro años, los mexicanos hemos sido testigos y padecemos ya del cambio transgénico imperfecto de buena parte de la llamada clase política, pues en lugar de un mejora en la calidad, entre los cuatroteístas se evidencian regresiones e insuficiencias, a través de la falta de independencia o de criterio frente al primer morenista; prefieren actuar con lealtad ciega a sufrir el menosprecio o desdén del supremo guía espiritual.
Dicho comportamiento generalizado en el oficialismo, ha derivado en la proliferación del cáncer de un militarismo exacerbado, otro cambio transgénico, sin que por ello los mexicanos nos sintamos o estemos más seguros ante el empoderamiento de la delincuencia organizada que, en muchas regiones del país, ha logrado establecer sinergia con las autoridades.
Los constantes cambios de opinión del mandatario, mutaciones genéticas -que como dice una cosa, dice otra, según su humor-, mueven a desconfianza, pues van encaminados a constreñir libertades, vía mutaciones legales -genéticas- y regresarnos a un esquema neoporfirista.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación debe impedir -con base en lo establecido en la Carta Magna- que el cuatroteísmo prosiga con este tipo de experimentos anticonstitucionales y antidemocráticos.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
La directora de la DEA, Anne Milgram, criticó que México no persigue suficiente los laboratorios clandestinos de drogas ni extradita a suficientes narcotraficantes, al señalar que el Cártel de Sinaloa opera en al menos 19 de los 32 estados mexicanos, mientras que el CJNG lo hace en 23 regiones, e instó al gobierno mexicano a establecer como su “mayor prioridad” derrotar a ambas organizaciones.
@Edumermo