Economía

CONSULTORÍA EMPRESARIAL/ Simbiosis no confesada: crédito e innovación.

Por Julio César Briseño Cruz, CEO de Cénit, consultoría empresarial y banca de desarrollo

Mercados inciertos, recesión y disrupciones globales crean un nuevo perfil de consumidores en el mundo: negocian a la baja presentaciones y marcas pero al mismo tiempo disparan la demanda de marcas de lujo e innovaciones.
La innovación tiene un impacto directo en la rotación de inventarios e incremento de ventas en distintas industrias. En general se califica de innovadora a la empresa que invierte en investigación y desarrollo durante un periodo determinado de tiempo. También tiene un incidencia directa en las exportaciones del 6 al 13%.
Sin embargo, la innovación resulta costosa. Salarios, seguridad social, instalaciones, suministros, contratos con universidades, centros tecnológicos, consultoras…
Esto implica que las empresas deben actualizar continuamente sus ofertas e introducir nuevas líneas de productos para mantener su competitividad. Sin embargo, la investigación, desarrollo e introducción de innovación radical y no incremental, requiere grandes inversiones iniciales y desembolsos de efectivo. Más aún: los beneficios son a largo plazo (más de tres años).
Así, cuando las fuentes de préstamos se restringen, la tasa de innovación radical de nuevos productos disminuye al menos en 33% significativamente entre las empresas con restricciones crediticias, sobre todo las Mipymes.
En general, la innovación radical está fuera de las pequeñas y medianas empresas en economías en vías de desarrollo, como México. Esto se patentiza más en regiones de alta pobreza extrema. Este tipo de innovación representa del 60 al 80% en economías emergentes
Ahora, los nuevos productos radicales, los más disruptivos, tienen amplias expectativas de crecimiento en distintos sectores económicos. También presentan menos riesgos de canibalización. Sin embargo, requieren inversiones en la adquisición de conocimientos, desarrollo de productos, maquinaria e inventarios.
La solución más aconsejable es el acceso a créditos que paradójicamente restringe la banca a strartups y pymes. Entonces se comienzan a analizar opciones en las Fintech y bancas de desarrollo, más abiertas a prestar a los empresarios de estas unidades de negocio.
Vale mencionar que las altas tasas de interés y los constantes requisitos son las dos principales razones que enfrentan los emprendedores mexicanos al acceder a financiamiento empresarial y el 41% de los emprendedores indicaron que los términos y condiciones de pago desfavorables son un problema continuo.
Así, el 20% de los socios de las empresas utilizan sus propios recursos para ayudar a solventar sus obligaciones y a más del 12% de las empresas en México les rechazaron un crédito en la banca comercial, proveedores e instituciones financieras no bancarias.
El nexo innovación y crédito es un peligroso binomio en México.

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