Por Teófilo Benítez Granados, Rector del Centro de Estudios Superiores en Ciencias Jurídicas y Criminológicas.
Durante mucho tiempo el liderazgo se asumió de manera intuitiva y casi imperceptible. Hoy en las universidades y centros de estudios trata de desentrañarse para brindar destrezas fundamentales para los futuros profesionistas.
Aunque no existe un consenso académico o profesional sobre el tipo de liderazgo que debe enarbolarse, y eufémicamente se adopta el ambiguo y cambiante concepto de “contextual” existe un pequeño subconjunto de habilidades que se correlaciona estrechamente con el éxito del liderazgo.
Tales habilidades son la capacidad de resolver problemas, operar enfocado en resultados, buscar diferentes expectativas y ayudar a los demás.
Resolver problemas de manera efectiva es una de las habilidades centrales de quien desea ostentar un liderazgo legítimo. Ahora, el proceso que precede a la toma de decisiones es la resolución de problemas cuando la información se recopila, analiza y considera.
Es un insumo clave en la toma de decisiones para problemas importantes y consuetudinarios, de ahí el énfasis académico en impulsar la investigación y gestión de datos.
Tecnologías como Big Data pueden ayudar a manejar altos volúmenes de información, pero no serán útiles si no se conoce qué es lo que deseamos saber y las implicaciones que cada número nos presenta. Se requiere claridad en la gestión para elaborar un análisis previo a la resolución de problemas.
Otra habilidad imprescindible del líder es operar con una fuerte orientación a resultados. El liderazgo consiste no solo en desarrollar y comunicar una visión y establecer objetivos, sino también en seguir adelante para lograr resultados.
Así, los líderes con una fuerte orientación a los resultados tienden a enfatizar la importancia de la eficiencia y la productividad e incluso priorizar el trabajo de mayor valor.
La tercera destreza del liderazgo es asumir diferentes perspectivas. Implica asumir el hábito de detectar las tendencias que afectan a las organizaciones, captan los cambios en el entorno, alentar a los empleados a contribuir con ideas que podrían mejorar el desempeño, diferenciar con precisión entre temas importantes de los que no lo son y dan el peso adecuado a las preocupaciones de las partes interesadas.
Los líderes a los que les va bien en esta dimensión suelen basar sus decisiones en un análisis sólido y evitan los muchos sesgos a los que son propensas las decisiones.
La cuarta habilidad del líder es apoyar a los demás. Intervenir en el trabajo grupal para promover la eficiencia organizacional, disipan los temores injustificados sobre las amenazas externas y evitan que la energía de los empleados se disipe en conflictos internos.
Estas son las cuatro habilidades de liderazgo que demandan las organizaciones y que día a día tratamos de construir en las universidades.