Por Rufino H. León Tovar, candidato al Tribunal de Disciplina Judicial con el número 31 de la boleta color turquesa.
A la ópera “Fidelio” y al ballet “Spartacus” les faltó un factor contundente para agilizar la justicia y libertad en su narrativa: la Inteligencia Artificial.
Ni Ludwig van Beethoven, con su historia de una mujer que se disfraza de hombre para rescatar a su esposo de una prisión injusta, ni Aram Khachaturian, que cuenta la rebelión del gladiador romano contra la opresión, imaginaron la aparición de la Inteligencia Artificial (IA) al servicio de la justicia y la libertad. Eran los años 1805 y 1954, respectivamente,
Hoy, en el Tribunal de disciplina judicial, la IA podría desempeñar un papel crucial en diversas áreas, entre ellas:
Análisis de precedentes y patrones de conducta: Mediante el procesamiento de grandes volúmenes de datos, la IA podría identificar patrones en casos previos de disciplina judicial, lo que ayudaría a los jueces encargados de sancionar a tener referencias más objetivas y estructuradas.
Detección de sesgos y evaluación de decisiones: Un sistema de IA podría analizar las resoluciones judiciales para detectar posibles sesgos o inconsistencias en la aplicación de la ley y promover, así, una mayor equidad en las decisiones tomadas.
Agilización de trámites y generación de informes: La IA puede automatizar la recopilación de datos y la redacción de informes sobre casos disciplinarios, lo que permitiría a los jueces concentrarse en la evaluación sustantiva de los casos.
Asistencia en interpretación normativa: Dado que la legislación está en constante evolución, una IA entrenada en las leyes aplicables podría ayudar a los jueces a interpretar normas recientes y establecer comparaciones con regulaciones previas.
Aunque la IA no sustituye la labor de los jueces, sí puede brindarles herramientas para una toma de decisiones más informada, rápida y objetiva.
Vale enfatizar ahora que la IA no puede sustituir a jueces, magistrados y personal del poder judicial en general: La justicia no es solo un conjunto de reglas y procedimientos, también una cuestión de interpretación, ética y humanidad.
Los jueces y magistrados no solo aplican la ley de manera mecánica, siempre deben consideran factores como la intención, el contexto e impacto social de sus decisiones. La IA, por más avanzada que sea, no tiene la capacidad de comprender la complejidad de las emociones humanas, la moralidad subjetiva ni la evolución de los valores de una sociedad.
Además, debe considerarse que el derecho es dinámico y está influenciado por el pensamiento jurídico, la jurisprudencia y el debate social. Un juez no solo decide con base en el texto de la ley, debe considerar precedentes y principios fundamentales que pueden cambiar con el tiempo. La IA, al carecer de conciencia y sentido crítico, no podría ejercer esta función con la misma profundidad.
Pero, eso sí, la IA puede ser una herramienta útil en el ámbito judicial al ayudar con la búsqueda de jurisprudencia, redacción de documentos o el análisis de casos complejos. Pero sustituir la labor humana en la impartición de justicia no.