Por Félix López, Director de operaciones de Eurekk’a, empresa de divulgación científica.
Los alimentos son el fármaco más importante. Los fitoquímicos descubiertos en un gran número de alimentos, dan lugar a nuevas tendencias en la ciencia y tecnología. Los naturistas recomiendan en primera instancia el consumo de alimentos frescos, de acuerdo con sus propiedades preventivas o curativas.
La industria, por su parte, ha iniciado una nueva rama, la de los alimentos funcionales, aquéllos a los que se les agrega un nutracéutico o sustancia que es nutricional y farmacéutica.
La lista de nutracéuticos sería muy extensa, pues fitoquímicos benéficos a la salud hay en prácticamente todos los vegetales. A ellos hay que agregar ciertas proteínas, la fibra, algunas grasas, también un gran número de bacterias que agrupamos dentro del término probióticos y, finalmente, sustancias que promueven el establecimiento de los probióticos en el tracto digestivo, llamadas prebióticos.
Los alimentos funcionales son una forma mediante la cual la industria intenta extender los beneficios de los alimentos naturales, nutritivos y con ventajas para la salud, a los alimentos procesados, aunque ahora también “convenientes” o que puedan también distribuirse en una máquina
La vitamina E, la vitamina C, el alfa y beta-caroteno son sustancias que nuestra especie consume para no oxidarse. A éstas hay que agregar una lista creciente de fitoquímicos descubiertos, principalmente los flavonoides.
Los flavonoides son compuestos muy semejantes entre sí por estructura química, que participan en el color de los alimentos, y de los cuales se han identificado más de 4,000, entre ellos los de las uvas o los del chocolate.
Entre los flavonoides identificados en el chocolate destacan las procianidinas, una familia de compuestos que también relajan la superficie interna de las arterias ayudando a la salud cardiovascular. La epicatequina, el antioxidante más abundante en el chocolate, puede producirse en el laboratorio y probablemente también es el componente más abundante del extracto de semillas de uva conocido como activina, actualmente comercializado como nutracéutico pues inhibe en ratones el crecimiento de células cancerosas.
Estos resultados han llevado a los productores a la conclusión de que hay que reconsiderar los procesos actuales de producción de chocolate, para conservar su riqueza en flavonoides tal como en el pasado.
Actualmente se generan productos con base en extractos de alimentos naturales, generalmente en forma de cápsulas, con los que se busca aumentar la potencia de sus principios activos, es decir, los fitoquímicos responsables del beneficio en la salud asociado con el alimento. Éste es el caso de extractos o concentrados de ajo, cebolla, nopal, brócoli, alga espirulina, raíz de gingseng, té negro, soya, alfalfa, y aquí un largo etcétera.
También hay alimentos o productos fortificados con altas dosis del elemento benéfico que a estas alturas ya podemos llamar nutracéutico. Éste es el caso de todos los productos con ácidos grasos omega 3 o con probióticos, bebidas energéticas para deportistas, o alimentos a los que se ha incorporado fibra extraída por ejemplo de la avena.
Consumir algún alimento en particular, natural o nutracéutico, puede ser lo indicado en el tratamiento o prevención de alguna enfermedad como el aceite de oliva, fibra de avena o nopales para reducir el colesterol o del jugo de arándano para tratar infecciones urinarias, también debe considerarse que la mercadotecnia rebasa la racionalidad. A la voz de “si algo es bueno, más es mejor” se promueve el consumo de ciertos productos sin tomar en cuenta que todo alimento es también un tóxico potencial, según la dosis en que se consuma.
Un exceso en el consumo de fibra, por ejemplo, inhibe la absorción de minerales. El delicado balance que se da en nuestro organismo puede ser roto si jalamos la cuerda demasiado de un solo lado, con una visión reduccionista de la alimentación.