El artista capitalino revolucionó el arte, con el primer libro de poemas tatuado en piel y sus muchas creaciones ‘ready made’
Con una trayectoria artística contemporánea de más de 15 años en pintura, poesía y tatuaje, Fausto VI se ha consolidado como uno de los artistas abstractos más innovadores, polémicos e impredecibles de la capital mexicana. Su obra se basa en vírgenes tatuadas, pinturas abstractas de impronta budista, así como diversos libros y ensayos, entre ellos ‘Aleluya’, ‘Algo tan trivial’, ‘Buda, drogas y pop’, por mencionar algunos.
No se puede citar a Fausto VI sin mencionar una de sus más representativas creaciones, resultado de la fusión de sus quehaceres predilectos: la escritura y el tatuaje. ’Acá también t engo con que quererte’, una ambiciosa y exhaustiva obra, primera en el mundo en su tipo, que incluye los poemas de Fausto VI tatuados en la piel de 180 voluntarios, que atendieron a la convocatoria del otrora periodista.
“El tatuaje no es sólo una marca o una cicatriz deliberada; es más una exteriorización de rasgos internos, una especie de sinestesia. Además no sabría cómo dar un taller de poesía, y definitivamente no sabría cómo decirle a alguien: ‘escribe poesía’. El punto medular de esto, es que se juntaron distintos factores y decidí unir las cosas que realizo; y antes que un libro impreso, mejor un libro rayado”, comentó Fausto.
Además de dicho poemario escrito en piel viva, el artista capitalino ha desarrollado conceptos únicos basados en el arte objeto o ready made, que tiene su origen en la producción en serie, pero que, tras convivir con los pinceles del artista, se convierten en piezas únicas e irrepetibles.
Trazos en sacras figuras de yeso, que van desde lo simple y cotidiano hasta lo más sublime, con un paseo por los terrenos de la irreverencia y la desfachatez. Pinceladas psicodélicas y elementos inquietantes, componen la obra plástica de Fausto VI que, impregnada de misticismo, maravilla a propios y extraños con las imágenes que inundan sus redes sociales (@faustosexto), o las obras que yacen inertes en su estudio de la Colonia Centro, a la espera de coleccionistas ávidos de arte fuera de lo común.
“Sentí gusto por la posibilidad, por un lado, de encontrar expresión quizá, para cosas tan abstractas como las experiencias o las emociones y, por otro lado, la posibilidad de que, a través del uso del lenguaje, de los símbolos, de la representación, podía ampliar la percepción’, concluyó.
Fuente Comunicae